La expectación era máxima ya que ese mismo mediodía nos daban el notición de que Guille sería el siguiente en responder el cuestionario maldito de EC. Fue una sensación difícilmente explicable, aunque simplemente poniéndome la mano en el pecho se resumían todas mis emociones. Así que el equipo de redacción se desplazó hasta la capital para resumir en pocas preguntas las mil curiosidades sobre este incomparable proyecto.
Teníamos muchos nervios y mucha ilusión concentrada, lo que hacía un minuto nos parecía imposible, con una simple llamada había cambiado por completo. Pero igual que vino, todo se fue. No tuvimos una, sino dos o tres negativas y la desilusión porque eligieran a alguien que para ellos la música significa una nomina a fin de mes y creerse los más guays del lugar. ¿Tener más cabida mediática es ser una banda alternativa? Siempre los grandes se comen a los pequeños y en este caso no fue menos. Supongo que Milkyway empezaría subiendo los escalones poco a poco y ahora que está tan alto tiene vértigo de mirar hacia los que se quedaron atrás. Desde luego que nos lo perdimos, pero él también.
Y como todo en la vida tiene una de cal y otra de arena, lo que vino después de esta desilusión fue un concierto que realmente mereció la pena. Una buena canción detrás de otra. Si, quizá 16.50 euros por ver un tío con el 95% del concierto en su ordenador no es lo que todos tenemos en la cabeza como directo pero supo transmitir todos esos sentimientos que tenía a flor de piel con tan sólo un piano y una guitarra. Jamás se me hubiera pasado por la cabeza que el tío con fobia a los escenarios como se autodenomina el mismo en alguna entrevista, consiguiera comérsela con patatas y fuera cómplice del buen rollo que se creó ,donde todo el mundo bailaba y cantaba al son de Revolución Sexual, Galletas, Como un fan, Superguay, Chicos malos…Concierto que rompió todos los prejuicios de un concierto pop; más género masculino que femenino, una media de edad que te subía el ego y esas diademas y chapitas pops que se habían quedado en casa.
Ana Herrera
SPECIAL GUEST: LEONOR!
NICK DRAKE. Northern sky
El juglar del siglo XX se desgañita con su letanía de versos y situaciones. Él fue el dueño de una manera de hacer música, más próxima a los sentimientos que a las circunstancias. Música a la sombra del ciprés, resguardada en el granero. Música de régimen, sin conservantes ni colorantes, música delatora. Música tan viva como el abismo, encantada de ser y de existir. Revelación.
Caen las nubes en el horizonte de mi mesa y los cielos son grises como cucharas. Envuelven el cuarto de estar con la energía renovada de los días felices, de los atardeceres luminosos en la retaguardia. Y las fracturas del delirio se alían con los duendes del abandono para poder recuperar el suave renacer de los elementos. Y me entrego a la religión de tus ternuras como un candelabro sin brazos, porque toda tu mano es adjetiva y todas tus palabras son manos.
El Cuartelillo. Edición 80 (14 de febrero de 2008)