NICK DRAKE. Northern sky

El juglar del siglo XX se desgañita con su letanía de versos y situaciones. Él fue el dueño de una manera de hacer música, más próxima a los sentimientos que a las circunstancias. Música a la sombra del ciprés, resguardada en el granero. Música de régimen, sin conservantes ni colorantes, música delatora. Música tan viva como el abismo, encantada de ser y de existir. Revelación.

Caen las nubes en el horizonte de mi mesa y los cielos son grises como cucharas. Envuelven el cuarto de estar con la energía renovada de los días felices, de los atardeceres luminosos en la retaguardia. Y las fracturas del delirio se alían con los duendes del abandono para poder recuperar el suave renacer de los elementos. Y me entrego a la religión de tus ternuras como un candelabro sin brazos, porque toda tu mano es adjetiva y todas tus palabras son manos.

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