Y no he ido porque no me gustan. Intuyo otra vez mentes horrorizadas que ya están recogiendo leña para quemarme en la plaza por hereje.
Los más benévolos, tal vez, me disculparán por ignorante ya que, pensarán, si no ha ido nunca a un gran festival cómo puede saber que no le gustan. A estas alturas de la película ya todos somos muy mayorcitos y sabemos que este tipo de argumentos no es válido (nunca me he tirado de un décimo piso y sé perfectamente lo que me pasará si lo hago).
A mis críticos sí que les haré alguna concesión diciendo que, tal como está la industria musical, si no vas a este tipo de festivales (estoy hablando del Primavera Sound, del Summercase, del FIB, del Sónar…) es casi imposible oír en España a grupos internacionales de la talla de Wilco, Arcade Fire, Franz Ferdinad, Anthony and The Johnsons, etc.) y ahí prácticamente se acaba el punto fuerte porque lo demás son inconvenientes.
Y si no dime si es o no inconveniente estar en un espacio más bien reducido bajo un sol que cae a capazos, no es una incongruencia que pagues una entrada, más bien cara, y haya 4 ó 5 escenarios o más y que tengas que decidir qué quieres escuchar y qué te vas a perder, y ya no te digo si te tienes que desplazar cogiendo el metro, el bus o un taxi por dentro de una ciudad, como es el caso del Primavera Sound. Y qué me dices de la sensación de borrego, que si cola para entrar, para mear, para tomarte algo. Y si vas en plan boy scout con la tienda para acampar, ya no te digo nada porque te sale más a cuenta no dormir que “morir” (elige la que quieras) por los efluvios de tus colegas, por las altas temperaturas, por la suciedad, por otra vez las colas, por…
Parece que en la era del individualismo, del todo personalizado, de la tecnología, de que cuanto más pequeño y más funciones tenga mejor, los festivales navegan contracorriente. Tal vez, será que necesitamos estos baños de catarsis colectiva que, de vez en cuando, nos hagan sentir que pertenecemos todos a la misma tribu, al mismo rebaño. O es que mola decir a los colegas que he estado en tal o cual festival.
Como siempre, haced lo que queráis pero yo prefiero los festivales familiares, como el Easy o el Granuja, donde un grupo reducido de personas disfruta de los artistas y de su cercanía porque aman la música, única y exclusivamente.
Special Guest: Leonor:
CLUB 8: The friend I once had
Quiero saber quien cuidará de mí ahora… Maravilloso comienzo para una canción de luces y sombras. El dúo sueco Club 8, factura una de sus canciones más bonitas, pop en estado puro con una voz angelical.
Asomado a la ventana en un día gris, con ese olor a tormenta invadiéndolo todo, sus notas acarician todos los rincones de la habitación. Y la llamada que esperas nunca llega… Y los deseos se pierden entre el ruido de la lluvia y el sonido tintineante de una cafetera recién hecha. Cuanto pesa el recuerdo acumulado de los días veloces y de los momentos compartidos… Y cuando lo sientes más lejano y las lágrimas brotan sin querer, de repente aparece el presagio de una nueva primavera que tiñe de color el paisaje. Y sientes que el pasado te pertenece, sí, pero esperas nuevos horizontes con la ansiedad del que nunca conoció la soledad. Y sonríes en busca de una mirada cómplice en tu memoria… Y la encuentras.
Edición 49
El Cuartelillo. Edición 49 (6 de junio de 2007)