Decía que este parón no nos ha hecho ponernos nerviosos sino que hemos aprovechado para trabajar en silencio, para hablar con más gente, para pensar más las cosas y, sobre todo, para escuchar música.
Las novedades se agolpan en mi mesa, mi libreta de notas empieza a engordar y necesitaría 10 cuartelillos para contaos todo lo que ha quedado pendiente desde abril.
Mirando, escuchando me he dado cuenta que ya llevamos un porrón de tiempo y que durante estos meses están saliendo segundos discos de grandes grupos que hemos visto casi nacer aquí en El Cuartelillo. Me produce gran alegría porque es ver cómo crece un hijo. Ves como va andando, aprendiendo y a ti, como padre feliz, se te cae la baba al saber que crece con fuerza, es “tuyo” y lo quieres mucho. Pero ya es sabido que los hijos “son de su padre y de su madre” y aunque éstos sean los artífices, luego cada uno sigue su camino, que es lo que verdaderamente toca y lo que más gratifica a un padre: ver volar a sus hijos con sus propias alas, con sus triunfos y sus fracasos, pero siempre con el “sus” por delante.
Uno de nuestro hijos es Arctic Monkeys. Nos salió fuerte, rebelde, con garra, con ganas de despertar en nosotros toda la rabia contenida y sacarla al exterior en forma de baile. Su segundo disco también es un gran disco, tal vez un tanto repetitivo pero con más madurez, como si la adolescencia ya hubiera pasado y ahora encontráramos un rincón para el descanso.
Otro de nuestros hijos es Kaiser Chiefs. Más educaditos y modositos que los primeros, pero también con la garra suficiente para estremecerte. A estos el segundo álbum les ha hecho querer contentar a mucha gente y se han marcado un disco muy “british” con claras influencias de muchos grupos de su país, pero con unas ganas locas de colocarlo en las listas de ventas para poder tocar una perrillas y salir más con los amigos.
¿Y qué me dices de Arcade Fire? Cómo me gustan. Su primer álbum fue simplemente espectacular pese a su triste nombre (Funeral). Nos han crecido bien, muy bien, diría yo. Su Neon Bible es ese disco de grupo pop que pones en tu equipo a todo volumen, ése que cantas a grito pelado porque te gusta el desparrame épico, con violines y órgano de tubos incluidos.
Y, por último, nos queda el hijo raro, Kings of Leon. Sí, ese que te trae de cabeza; al que quieres más por ese instinto de protección innato en los padres ante el hijo, tal vez, más débil (siempre es lo contrario). En este caso no es el segundo disco sino el tercero, pero para El Cuartelillo es el de segunda aparición en el programa. Y vaya, vaya con el niño raro. ¡Qué discazo! ¡Qué evolución! No tengo ni palabras para describirlo. Ya sabes que lo raro es así… Te gusta pero no sabes por qué, hay algo que no te gusta pero lo pones y lo pones y te atrapa. No le dices a nadie que te gusta pero te alegras al saber que son nº 1 en Inglaterra y te reconfortas al saber que tu amor es ampliamente compartido.
Por último nos quedaría nuestro amigo Rufus. Pero Rufus, como Jorge, es mucho Rufus y merece un blog aparte, que espero no hacer yo. Jajaja