Querido diario:

Estoy seguro de que todo el mundo ha escrito alguna vez este encabezamiento. Venga, a quien no le regalaron para su comunión un diario… que levante la mano! Al principio lo cogía con unas ganas enormes y más adelante gastaba demasiado tiempo excusándome por mi ausencia. Tenía que ponerlo al día de todos las situaciones acontecidas… puff… eso suponía mucho trabajo, así que terminaba por abandonarlo completamente hasta que por alguna razón me hacía con otro nuevo y vuelta a empezar. Contaba en él todas las aventuras vividas en esa jornada, por supuesto siempre interesantes, que para eso era mi diario. Mis mayores secretos eran confesados y sabía que, una vez cerrado aquel candado, quedaban a salvo. Me había desahogado y todo quedaba entre esas dos tapas llenas de dibujitos infantiles.
Ahora, el reto consistía en mantener alejada esa diminuta llave de las manos de la cotilla de tu madre, del alcahuete de tu hermano… Sí, la llave magica iba de escondite en escondite pero alguna vez, tu “amigo fiel” te traidicionaba y dejaba todas tus intimidades a merced de las burlas de quien consiguiera leerlo.
Ay, que tiempos aquellos!! Cuánto han cambiado las cosas!! Un momento, las cosas cambian o se reemplazan por otras?
Pensándolo mejor, ¿a cuánta gente conocéis que tenga un blog o este pensando en tenerlo? ¿Cómo deberíamos empezar ahora?: Querida bitácora, querido blogspot, buzznet, fotolog…
Tu pequeño cuaderno ha adquirido mayores dimensiones. Puede seguir siendo portatil pero ya no te lo puedes meter al bolsillo y llevarlo alla donde vayas. El objetivo de que fuera algo entre “tú y él” ha desaparecido. Claro que tú se lo sigues contando a alguien pero nadie en particular. Creo nos asustaríamos si fuéramos conscientes de que nuestros pensamientos están navegando sin destino fijo por los cinco continentes. Pero dónde ha quedado ese derecho a la intimidad que tanto exigíamos en antaño?!!!
Mientras estoy escribiendo esta bitácora me estoy planteando el porqué de esta necesidad de contar todo lo que nos pasa por la cabeza, de tener que sacar eso que tenemos dentro ya sea a través de fotografías, críticas literarias, cinematográficas, canciones que nos afloran sentimientos… Necesitamos de esta terapia; queremos ser escuchados bien sea a través del papel, siendo escuchados por un amigo o mediante las ondas radiofónicas. Así es, “querido oyente”, nosotros también tenemos un diario, un diario de los modernos cuyo destinatario no es otro que tú. Queremos que nos escuches y queremos escucharte.
 
Ana Herrera

El Cuartelillo. Edición 8 (17 de marzo de 2006)

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